Este campo rebosante de luz y belleza, con su fondo un tanto oscurecido por el color resplandeciente de sus lirios, alegrando así el espíritu, aliviando la tristeza, levantando el ánimo de todo aquel que le contempla, todo es hermoso aquello que se divisa sobre la superficie de esta tierra, parece una alfombra tejida con manos delicadas, virtuosas, las cuales no pudieran engendrar más que perfecciones de la naturaleza. Al contemplar todo esto con sus colores y sus aromas crees estar en lugar de ensueño, pero la realidad es otra, cuando ves aparecer por el horizonte negros nubarrones que parecen oprimir el firmamento, asfixiar el aire nublando y amenazando por donde pasan, con fuertes lluvias, acompañadas de fuertes vientos, en ocasiones también con pedrisco, destrozándolo, dejándolo todo como un desecho.
Allí ese campo, donde todo era vida, color y belleza, puede quedar marchito, triste, muerto, por la misma naturaleza que tan bello en su día le había creado.
J. Montealegre.